MI CAPITAL
El diccionario de la Real Academia nos define capital como, perteneciente o relativo a la cabeza y precisamente en la cabeza de esta devanadera se encuentran las letras que forman la palabra A M O R. Su lectura es posible si lo hacemos en el sentido de giro de la Tierra, que no de las eventualidades del tiempo. La Tierra nos lo exige desde su interior, en su devenir, para que nuestro reloj pueda funcionar.
Por mucho que gire la devanadera, las letras de la cabeza no se van a desgastar, no hay roce y sí goce.
Sobre el suelo se hallan colocadas otras cuatro letras. Si la lectura la hacemos de la misma manera que en la cabeza, podemos leer O D I O, pero si quien dirige el sentido es el Tiempo y no la Tierra, entonces la agrupación nos da O Í D O.
El actor se afana con el movimiento de las agujas una y otra vez. Al llegar a la luz cegadora, la palabra desaparece e inconscientemente se retira de ese espacio, como si se hubiese producido una herida. Continúa esforzándose en el desgaste de esas cuatro letras. Al final no consigue el desmembramiento de ninguna. La partida queda en tablas y a nosotros nos queda la posibilidad de elegir la alianza del Tiempo con la Tierra y leer, OÍDO AMOR.
Carlos de Gredos